Exposición inspirada en ‘Visión de Anáhuac’ de Alfonso Reyes

 

Visión de Anáhuac, una de las obras más célebres de Alfonso Reyes, ha servido de inspiración al Museo Nacional de Antropología para organizar una exposición centrada en la figura del literato. Con un total de 176 piezas, la muestra ofrece una reconstrucción material de la descripción que el autor hace sobre la radiante y colorida Anáhuac, como el lugar geográfico e histórico donde tuvo lugar la conquista de México-Tenochtitlan.

Al inaugurar la exposición, el antropólogo Diego Prieto Hernández, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), expuso que el montaje es oportuno para regresar a la lectura el relato de Reyes: Visión de Anáhuac (1519), en el marco de la conmemoración de los 500 años de la llegada de los europeos al Valle de México.

A través de diversos objetos arqueológicos, pinturas, maquetas, mapas antiguos, esculturas, fotografías, códices y fuentes bibliográficas, la exhibición evoca cada uno de los capítulos del insigne ensayo hasta dar testimonio de las secuelas que legó en el mundo cultural del México posrevolucionario y hasta la actualidad.

Alfonso Reyes, dijo el titular del INAH, fue un autor con amplias facultades críticas, y a través de sus textos contempló el encuentro de estos dos mundos desde su particular mirada poética e histórica, tratando de encontrar, a su manera y en su momento, pistas para descubrir el alma de lo mexicano.

“Estamos convocados a hacer nuevos relatos de Visión de Anáhuac; los cuales enriqueció el gran tlamatini Miguel León-Portilla —fallecido recientemente— y también se potencian con las investigaciones de los arqueólogos del INAH y de otras instituciones, pero particularmente de los que conforman el Proyecto Templo Mayor, que día a día encuentran más evidencias de la grandeza de México-Tenochtitlan y, por lo tanto, también, del acto de destrucción y reconfiguración del territorio que significó la conquista de México”, indicó.

Bajo la curaduría de los historiadores del MNA, Cora Falero y Arturo López, la exposición Visión de Anáhuac. Alfonso Reyes se integra por una selección de 176 obras, provenientes de 37 acervos públicos y privados. Algunas de las obras pictóricas, creadas por notables artistas de los siglos XIX y XX, como José María Velasco, Saturnino Herrán y Luis Covarrubias, se exhiben por primera vez en esta instalación.

El recorrido se compone de tres módulos temáticos y una “obertura” ideada por los curadores para ofrecer un primer planteamiento del sitio geográfico, el personaje y el momento histórico que se evoca en el ensayo literario escrito en 1915.

Además de integrar detalles museográficos como celosías con citas de la obra literaria, o bien los epígrafes que abren los cuatro capítulos del texto, se instalaron tres islas de descanso que abrevan de recursos multimedia.

En tales estaciones, el público podrá escuchar de la propia voz de Alfonso Reyes, algunos fragmentos de Visión de Anáhuac —extraídos de archivos digitalizados en 2006 por la UNAM—, de manera que es el propio intelectual quien guía a los visitantes.

Recorrido museográfico

El proyecto expositivo está dividido en tres secciones. La primera, “Alfonso Reyes y su generación”, esboza el perfil biográfico del escritor y diplomático, así como el contexto que lo llevó a crear el que sería el segundo título de su trayectoria literaria.

Se mencionan los hechos que llevaron a Reyes (Monterrey, 1889 – Ciudad de México, 1959) a salir del país tras la muerte de su padre, el general Bernardo Reyes, en la antesala de la Decena Trágica, y viajar primero a París como secretario de la legación mexicana, y luego a Madrid.

Fue en Madrid donde el autor, quien había rechazado fungir como secretario particular del golpista Victoriano Huerta y atestiguaba en Europa el inicio de la Gran Guerra, enfrentó la añoranza por México en las páginas que darían cuerpo a Visión de Anáhuac (1519); una de las piezas cenitales de este módulo es una primera edición del texto, publicada por la Imprenta Alsina de San José, Costa Rica, en 1917.

El segundo apartado, “En busca del alma nacional”, despliega una serie de fuentes escritas y materiales que aluden a la antigua ciudad de México-Tenochtitlan, al legado indígena y a la irrupción española comandada por Hernán Cortés.

Algunas de las obras que este apartado presenta por primera vez en un montaje museográfico son: un dibujo del monolito de la diosa Coatlicue, hecho a lápiz por José María Velasco en 1881, y un óleo de 1901, titulado Aztecas, cuya autoría estuvo en duda pero que, se ha probado, pertenece en estilo y en firma a Saturnino Herrán.

Otra de las piezas destacadas que debuta en recintos culturales está en el tercer y último apartado, “La región más transparente”: una pintura en la que, hacia 1958, Luis Covarrubias, quien también ejerció la antropología y la arqueología, plasmó un colorido paisaje del Valle de México y su complejo sistema montañoso.

Otros pinceles, como los de Gerardo Murillo “Dr. Atl”, Jorge Obregón, David Alfaro Siqueiros, Isidro Martínez y Armando García Núñez, entre otros, recrean los rincones y paisajes de una ciudad sobre el agua que, si bien los antecedió en casi medio milenio, les permitió aún transmitir en sus creaciones las estampas geográficas, la vegetación exótica, los templos, lagos y volcanes nevados que hicieron creer a los españoles que habían entrado a una dimensión propia de libros de fantasía como el Amadís de Gaula.

Visión de AnáhuacAlfonso Reyes puede visitarse en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo Nacional de Antropología (av. Paseo de la Reforma y Calzada Gandhi s/n); permanecerá hasta abril de 2020.

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