Cuarta sesión: América y el "otro" de Montainge y Cervantes
En la cuarta sesión del seminario tuvimos el gusto de charlar con José Miguel Marinas sobre algunos textos de Montaigne y Cervantes. A través de los ensayos de Montaigne, concretamente los capítulos «De los caníbales» y «De los carruajes«, y algunos fragmentos del Quijote y la novela ejemplar El celoso extremeño, de Cervantes, recorrimos las ideas que ambos autores desarrollaron sobre el controvertido tema de la colonización de América.
Marinas alude a una «modernidad del sur» propia de Montaigne y Cervantes. El autor francés, sólidamente anclado en los clásicos, ofrece sin embargo una visión muy moderna del mundo americano, reprochando su error a quienes llaman bárbaro a lo desconocido. Por su parte, Cervantes inaugura la creación de un sujeto moderno, don Quijote. El análisis de los nombres del Quijote desarrollado por Marinas cerró la charla y dio lugar a un interesante debate con el público.
Miguel Marinas ha publicado recientemente el libro El poder de los santos: valor político de las imágenes religiosas (Libros de la Catarata, 2014). Les dejamos aquí una nota sobre el libro, cuya lectura sin duda merecerá la pena:
«Este libro es una invitación a un viaje. El que recorre algunas formas de rituales populares, de corte religioso, para mirar en ellos (en sus imágenes, cultos y decires) su valor político. Su fuerza aglutinante para una comunidad, en primer término, y, no de menor importancia, su utilización en causas de orden político superior, nacional o transnacional.
El sentido de este recorrido parte de la perplejidad que sigue produciendo este maravilloso y terrible mundo de las devociones populares, que atrae a los desvalidos en su fatal penuria y blinda a los poderosos en su suficiencia exenta de dudas. Lo que mueve a pensar es que haya formas, en apariencia ancestrales, que parecen remedar los tiempos del totemismo y que, a la vez, haya figuras nuevas que la sociedad de consumo pone delante de nuestros ojos como las novísimas vías de la creencia y de la salvación. Abigarradas, rigurosas, caóticas y de apariencia serena y reglada, las formas de cultos y creencias llaman directamente a la sorpresa, a la piedad y a la indignación. Es un análisis del doble lugar que siguen teniendo las creencias y los ritos populares: a) su carácter de ilusión colectiva (en el sentido que Freud le dio a esta expresión: un repertorio de imágenes que ayudan a llevar la vida); b) su carácter de paño de lágrimas, de compensación de los dolores y sufrimientos de cualquier persona. Es la dualidad que Marx proclamó diciendo “la religión es el opio del pueblo”, metáfora que toma de un episodio contemporáneo suyo como fueron las guerras del opio (1839-42 y 1856-60), pero a esa expresión celebérrima le añade el comentario –pocas veces recordado– de que también es el lamento del corazón afligido.
El itinerario abarca lo sagrado y lo santo, los santos patronos, las reliquias, los niños Jesuses, y la transformación del Corazón de Jesús en el bélico Cristo Rey. Por ello, además de lo evidente de la función religiosa de las imágenes, hablamos de la sombra del santo: lo que este encierra, lo que pretende, en esa batalla que comenzó en la Contrarreforma – como dice el crítico Januszczak–, “que libra una batalla para conquistar nuestro corazón… y, en tiempos de guerra, todo vale”. Es el fetichismo de la cultura del consumo, potenciado por el simulacro. Es lo llamativo de la vuelta de advocaciones y cultos antiguos que no son restos de viejas devociones, sino la forma de la última oferta del consumo. Junto a los santos tradicionales, nuevos héroes, nuevos semidioses. Para lograr la extensión del poder, la jerarquización de la gente, la compra de un futuro más allá de la muerte. El caso es negar la vida. Qué pena.»
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