En el año 1734 el padre Murillo Velarde realizó la primera versión del que ha sido considerado como el más completo y exacto mapa de las Islas Filipinas hasta la fecha.
Este mapa fue encargado por Felipe II a Murillo Velarde y se trata del mapa más exacto y con más detalle de entre todos los elaborados hasta la fecha. Desde el punto de vista artístico, nos encontramos con una pieza muy delicada y original donde además de los principales accidentes geográficos aparecen representados diferentes tipos de plantas y árboles decorando el interior de las islas, e incluso lo que parecen ser arrecifes de coral. Además de los accidentes geográficos y la flora, nos encontramos diversos tipos de embarcaciones que surcan los mares alrededor de las islas de los que destacan un champán chino y varias embarcaciones de menor envergadura como las caracoas, además de galeones y un patache. Pero lo que realmente nos interesa son las viñetas que rodean el mapa, atribuidas al grabador filipino Nicolás de la Cruz Bagay, que según las palabras del propio Murillo Velarde buscaban representar lo más memorable del archipiélago:
“…Y en una Descripción de pocos renglones y en las figuras del margen, como en Hyerogliphicos Egypcios hago Relación de lo más memorable, que en ellas se contiene, o más extensa que se puede hacer en tal concissión de palabras y figuras…”
Así pues, en los bordes del mapa encontramos estos ocho grabados que representan las razas y costumbres de los habitantes de estas islas y otros cuatro con representaciones cartográficas de ciudades o islas. Debajo de cada viñeta hay pequeñas notas explicativas, al igual que las encontramos en el interior de las islas y distribuidas por el mapa. En el primero de estos grabados aparecen representados cuatro sangleyes o chinos, siendo el primero “cristiano”, el segundo “gentil principal”, el tercero un “pescador con chanchuy y salacot” y el cuarto un “cargador con pinga”.
Si nos detenemos a observar nos damos cuenta de que el personaje chino cristiano no presenta símbolos de otredad, está representado a la española, con ropajes típicos europeos y el cabello largo y suelto bajo un sombrero de amplio vuelo. Por contraste, las otras tres figuras llevan el cabello recogido en trenza y otros atributos asiáticos tales como el sombrero salacot, el abanico, los pies descalzos o el propio chanchuy. Un poco más abajo, en la cuarta viñeta, encontramos rasgos que apuntan que ha sido realizada por una segunda mano.
Según señala Díaz-Trechuelo en Grabadores Filipinos del siglo XVIII, se trataría de una obra de otro grabador filipino llamado Francisco Suárez, que ya habría colaborado en otras ocasiones con Nicolás de la Cruz Bagay. Lo que se nos muestra en las viñetas es una especie de exhibición de la vida cotidiana del país, así como de su flora y su fauna, por lo que vemos retratados a los personajes realizando diferentes trabajos agrícolas, y también árboles de papaya y nanca con sus frutos, bambú, y un cocotero. Muchas de las plantas llevan una numeración que se corresponde con una breve nota explicativa situada bajo la viñeta.
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